23 de enero de 2010

Blanca

La muerte es asesina blanca,
como nube de polución,
como pálido o gris polvo.

Como espuma de mar, blanca,
como larvas, como humo,
alba como restos de escombros.

Como el puré de patata
que comen los huérfanos. La muerte
es niebla en el terremoto.

Mortecina muerte llama;
el niño le abre la puerta
de su casa: suelo roto.

La muerte es tan blanca
como el vestido y el lazo,
de la niña caribeña.

Blanca como la lluvia, como
partidas de nacimiento
o billetes de avión falsos.

Es tierra blanca sobre el moribundo,
como las palmas de sus manos.

Debajo de su blanca miseria
la vida es negra, oscura,
como su piel, bruna.

La vida es futura.



9 comentarios:

aapayés dijo...

Muy sentido tus versos..


Un abrazo
Saludos fraternos..

tormenta dijo...

Gracias, Adolfo. Sentía que tenía que escribirlo.

Rebeca dijo...

Me quito el sombrero...

tormenta dijo...

Rebe, no te imaginas cómo me alegro de que te guste. Linda!

Rebeca dijo...

Niña tormenta, gustarme es poco!

rut dijo...

tremendo. es una canción. ¿ponemos la música?

d.

tormenta dijo...

vale, vale!

pero yo no sé componer, duenda.

Mario dijo...

Que derrame de sentimientos... de dolor... de tristeza... de hondura.

Me encanta esta entrada. Sí, podría ser perfectamente una canción, una oración pagana, un poema único...

Felicidades.

tormenta dijo...

Gracias, Mario. Aunque es triste sólo poder escribir sobre ello, como un espectador más que no se mueve de su sillón. Me siento un poco hipócrita.

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