6 de septiembre de 2011

Amor en cada puerto

Busca un lugar sin dueño
Lom-C, "Alegre Viajero"

Amor, en cada puerto hay un disfraz que me está esperando, un nuevo manto y una nueva concha. En los bares de la costa este, las periodistas se camuflan en los bares para no ser reconocidos y se hacen pasar por camareras vírgenes o por detectives celosos. Los periodistas escriben sus historias de corrupción y abandono bebiendo el licor de los marineros y la lluvia, en los días claros.


El viaje es una huida disfrazada de payaso. Los viajes imprevistos suenan a excusa: son necesarios para que el mundo siga su curso lento y azul. Los escritores y sus nombres propios siempre suenan a excusa barata, a colonia barata, a filosofía barata. A nada creíble: a surrealismo. A insomnio de camas propias y de nombres que recuerdan a películas y películas que recuerdan a novelas basadas en hechos inciertos: al recuerdo de una gorda y atractiva cantante de blues iluminada con focos tenues y un piano y una ventana abierta y unos ceniceros y un barman y una barra de bar de un hotel a las afueras. Los viajes de los cuerpos enfermos suenan a cobardía.

Los viajes llevan a cuestas memoria congelada en cubitos de hielo y notas sostenidas. Los personajes principales de novela envejecen de golpe, no les gusta ver demasiados parecidos en sus álter egos cinematográficos. Los actores envejecen al lado del mar o en los puertos de montaña, donde no llega la luz y no hay repetidores de televisión. Y no hay sueños.


La carretera de septiembre sin música es como las autopistas sin luz desde los aviones que aterrizan. Hay una luz que todo lo mueve, una luz como artificial que recuerda a las películas. Todos los viajeros escuchan música en sus móviles o en sus reproductores a volúmenes de voz que ensayan lo pornográfico. La estridencia y el caos musical son más bellos que el paisaje.

Apenas callada, estornudando a cada rato o dormitando la fiebre, "alegre viajero" vuelve una y otra vez a mi mente licuada por café, pastillas y fantasmas. La luz es muy amarilla en el puerto. Un puerto que conduce al valle, a la oquedad.

Quién hubiera previsto que las canciones envejecen. Que no solo los actores se convierten en ancianos con problemas de memoria. Que los guiones están escritos con extrañas tintas delebles.

La luz es muy amarilla. Y hay canciones que todavía no puedo dejar sonar en mi cabeza. O que hago retroceder, como las náuseas, como los camiones que intentan adelantar a otros camiones en una carretera nacional en medio de la niebla. Al volver a casa, no siento la emoción del habitante, sino la urgencia cansada del pasajero.


Cuesta ser como la garganta seca. Cuesta ser intermitente, como las luces de los coches, como la tristeza. Cuesta aprender el nuevo camino. El destino, el contrapicado, el alcohol y los hospitales. Cuesta aprender a ser adicta al tabaco y a ser solo feliz en el sufrimiento y el daño. En fin, aprender a ser infeliz es como repasar las frases que le tocaron a mi anterior papel y volver a escuchar las canciones que me tenía prohibidas.

El viaje ha sido duro y disfrazado de señores que obligan a sus nietas a desocupar los asientos vacíos. Antes de descansar, debo continuar. Sobre la mesa de mi escritorio, en la casa de mis padres, descansan dos sobres sin abrir: una carta de una universidad extranjera y otra carta con resultados médicos.


Hay muchos parecidos entre yo y la otra yo del templo de las emociones. Me muevo, me veo sin útero, vaciada de la fertilidad, secando con un paño de cocina una jarra de cerveza, mientras me aprendo los nombres de pila de mis clientes y todas las marcas de whiskey y de medicamentos para aplacar el dolor. Dentro de mí no hay lugar habitable. Dentro de mí no hay lugares. Me veo buscando mi destino como una hija que nunca tendré, haciéndome revisiones cada tanto y buscando, amor, un lugar sin dueño.

3 comentarios:

Emily dijo...

un post muy bonito, bella. viajar y seguir viajando: aquí, allí, donde sea. para no morir.

Mario dijo...

Que no cesen los viajes. También los que se inician sin saber a dónde se va...

Me ha gustado la frase, y mucho, mucho: "los viajes llevan a cuestas memorias congeladas..."

Increíble texto.

Felicidades.

Mario

samsa777 dijo...

Siempre hacia otro sitio...

Fantástico el texto, como siempre.

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