24 de enero de 2011

Una tarde cualquiera de enero

Esperando una llamada, una rosa, un algo, recibes un libro. No esperas nada de la tarde y la tarde te devuelve viento de enero y palabras de vinagre. Te duele la cara del frío. Como besos de amigos y vino picado.

Como labios de amantes dañinos que no supieron compartir su copa. Y sellaron un ciclo.

Corres por la facultad buscando algo: más montoncitos de libros olvidados. Como abrazos reconfortantes. Vamos como niñas correteando y buscando por dónde se escaparon los reyes magos.

Esperando nada, la tarde se va. Cerramos los ojos. Tachamos el yo. El singular. Hablo en plural. Nos callamos.

A veces nuestros errores avisan. El vacío contesta con un monólogo muy aburrido. Algo es algo. A veces no hacemos nada malo. Escribimos cartas y postales sin respuesta. Palabras de amor en los baños públicos. Nuestras acciones no son tretas miserables.

A veces los libros nos tratan mejor que las personas de las que esperamos algo. Sembramos tempestades. Y recogemos libros.

8 comentarios:

Victoria Alonso dijo...

Y los libros recogidos despiertan la Tormenta...

Rebeca dijo...

"A veces los libros nos tratan mejor que las personas de las que esperamos algo". Y entonces se convierten en refugio. A veces, algunos libros, algunas palabras, algunas personas... llegan sin esperarlas y son como un regalo. Gracias Tormenta.

tormenta dijo...

Viri: gracias por seguir mi consejo.
Rebe: Gracias a ti, Rebe. Tengo ganas de verte. Hace un cafe y te cuento mi horribilis fin de semana?

Rebeca dijo...

Hecho! ; )

tournesols dijo...

gracias linda. me gusta tu mundo, te sigo. :*

tormenta dijo...

bienvenida. esta es tu casa.

Miguel Ángel Maya dijo...

...Suave metralla de palabras, mademoisselle...
...Deseo que siga usted sembrando tempestades...
...Como siempre, un placer (ahora es cuando vuelvo a ponerme el sombrero y me voy ;-)
...Besos y carantoñas...

tormenta dijo...

gracias, migue.

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