No puedes salvar a alguien de sí mismo. Lo perderás todo al erigirte en redentora. No conseguirás curar al malherido. No puedes reparar el daño hecho por padres ególatras, ex amantes despiadados, pederastas, tiranos, o afligidos por la pobreza, la depresión o el simple desequilibrio químico.
Una psique maltrecha no tiene arreglo, no puedes vendar cicatrices antiguas ni eliminar con caricias una herida pasada. No conseguirás que el dolor desaparezca. Tus gritos no acallarán la voz que les susurra en el interior de la cabeza.
No conseguirás que alguien se sienta especial. Nunca se sentirán lo bastante hermosos, por muy hermosos que te parezcan a ti. Por mucho que los adores, nunca se sentirán lo bastante amados.
Nunca conseguirás que el malparado deje de revolverse una y otra vez contra un mundo que ha odiado desde pequeño. Siempre encontrará la forma de continuar la obra de los bravucones que atormentaron su infancia. Él mismo se convertirá en bravucón. Y tú serás el enemigo. Hallará siempre una nueva manera de maltratarse. Y te maltratará a ti. Por muy convencida que estés de que has hecho tanto como has podido para demostrar tu devoción inextinguible, tu firme dedicación, todo tu apoyo, nunca conseguirás salvar de sí mismo a un cabrón miserable.
El maltrecho siempre hallará la forma de propagar su dolor a lo largo y ancho de una vasta superficie, como un seísmo emocional que devasta todo el paisaje circundante. Un cortafuegos en eterna expansión que a su paso abrasará todo y a todos. Cuanto más dure tu amor por una persona dañada más te dolerá. Se burlará de tu generosidad, abusará de tu afecto, confiará en tu indulgencia, pondrá tu paciencia a prueba, agotará tu energía y, finalmente, asesinará tu alma. No será feliz hasta que tu miseria sea igual a la suya. Entonces, el descomunal desprecio que se tiene se justificará con la perpetuación de un ciclo de difícil solución.
Si te dejas arrastrar en su caída al vacío, te será imposible darle la espalda. El sentimiento de culpa te atormentará, tu propia impotencia se convertirá en frustración y te invadirá la furia por haberte dejado embaucar. Por supuesto, cuanto más dañado, más carismático. Más deslumbrador. Más sexualmente embriagador. Y más peligoso para tu salud mental.
Medidas desesperadas, Lydia Lunch.
15 comentarios:
me dijiste que te apuntabas a lo del especial de Lydia en neurótika books, no?
besos neurótikos
Así es. Un beso.
Amores-ancla que se hunden en lo más profundo del abismo. Y te arrastran en el intento de salvar lo insalvable.
Supongo que todas lo hemos intentado en alguna ocasión.
Luna...
ni siquiera sé cómo explicarlo. Pero esta publicación... me la guardo.
VenPronto
Mnemea, yo me compadezco de los que lo han intentado.
Siera, lo sé. Esta entrada es para las dos. Un abrazo grande. En nada te estoy dando la brasa, ya verás.
Un regalo para ti:
http://www.youtube.com/watch?v=UBCNsybiPHw
Un beso.
http://retalesdetormenta.blogspot.com/2011/01/nunca-me-gusto-mi-nombre.html
:)
Yo también lo creo.
"Para poder amar a los demás
primero aprendí a amarme a mi mismo". RL.
Ups¡ Ya veo que nos gusta a ambas. No lo había visto.
Besos de nuevo
Siempre se puede intentar...el truco para lograrlo se basa en amar locamente a dicha persona.
:)
¿Tú crees que se logra? Yo creo que solamente se puede intentar.
Estas a salvo.
Te cobija un paraguas verde. No lo sueltes.
Entre la canción de Nawja y el texto de Lunch... <3
...Qué amistades y afinidades te echas, ¿no?: Nimri, Lunch...
...Yo lo llamo apostar a caballo ganador...
;-)
Paraguas verde para cobijar a estas dos grandes.
Yo sólo soy una imitadora de mala calidad.
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