28 de diciembre de 2013

Crónica pasada: Animal de huida


Uno de los libros que más ilusión me ha hecho leer/tener/disfrutar/prologar/compartir este año ha sido Animal de huida (Ediciones oblicuas, 2013) de mi queridísima Emily Roberts, con quien compartí presentación la pasada semana en el Bogui Jazz (Chueca) de Madrid. Aquí os dejo mis palabras introductorias, algunas reescritas para la ocasión a partir de apuntes, y fotos del feliz parto.


"Presentar a Emily Roberts me hace especial ilusión por tres motivos: el primero porque la quiero muchísimo, el segundo porque es Madrid, una ciudad que es/ha sido suya y que ahora estoy haciendo mía y el tercero porque formo parte de este libro, no solo en las primeras páginas, sino que conozco el engranaje interno y las dudas y los vaivenes del camino.

Me alegro mucho de ver a Emily tan arropada y sé que todos o casi todos la conocéis personalmente, por eso me gustaría presentarla de otra manera. Quisiera presentar a Emily tal y como la veo yo.

Hay una niña-escritora en una habitación.

Es una mañana de diciembre, hace mucho sol y mucho frío. La niña-escritora mira por la ventana a un lugar y piensa si lo que escribe son poemas o su propia vida.

Se pregunta si escribir es morir o vivir más.



Además de suicidio, todo acto de escritura es, debería ser, un acto de honestidad. Tomar el lenguaje, tan arbitrario, y decir algo que pueda ser verdad. Y nunca hablarle a una persona, siempre hablar desde y hacia un lugar.

Y eso es lo que le ocurre a la bella Emily Roberts: le habla a un lugar que se llama home. Y es la casa como raíz y como retorno. En el devenir de la vida, en el patético fluir de todo, Emily construye una palabra sólida que remite a un lugar y a una voz. Una voz mutable de niña, adolescente y mujer, pero a un lugar fijo, a un faro en medio de la marea de los días.

A Emily no le asusta alzar la voz, pero lo que la convierte en una poeta de todas nosotras es su magistral poder para mezclar el silencio y la palabra, la palabra rítmica, escénica, a veces ficcional. Una palabra, un verso que describe desde el verbo. 

¿Desde dónde si no buscar lo sólido?

Lo hace bien y lo consigue como acto de confesión que nos incluye a todos. Emily se llama Laura y también se llama Vida. Emily nació en Ávila y nació en Holanda y vive en Madrid, capital de Escocia.



Emily Roberts habla la lengua de los niños del bosque que sueñan con una ciudad, con la voz del animalito. Habla como una niña urbanita que aprende a pronunciar amor y pérdida. Y duele. El idioma materno de Emily es el inglés y este poemario es un libro de relatos.

Solo saliendo de una se puede volver. Es una frase pretenciosa, pero es muy simple. Y no es mía. Tampoco es de Emily. Pero ella y yo sabemos qué significa. Significa que solo desubicada puedes encontrarte con tu individualidad, matar o cuidar al padre/madre, volver. Vuelta como horizonte, porque solo en la vuelta una pone cada cosa en su lugar: la casa como centro, el bosque como infancia, el yo en el camino.

Las dos hihi, y el editor, Alberto Trinidad, muy serio.

Vamos a dejar que la bella Emily nos cuente cómo se roba el amor, qué palabra usa para matar al tiempo y devorarlo, qué silencio nos tiene guardado para quebrarnos la conciencia y dejarnos sangrar. Hay que leer a Emily con las manos y hay que escucharla con el corazón nuevo, porque tan pocas veces, digo, tan poquísimas veces la poesía nos ofrece una voz honesta y fulgurante como la de ella."

Honesta y fulgurante.

*Todas las fotos son de Mercedes F. Laguna




4 comentarios:

Emily dijo...

hihi :)

maravillosa.

te quiero <3

Marilyn Gould dijo...

¡Qué guapas y jóvenes!

Juan Roures dijo...

¡Maravillosa Emily! :) Una gran novelista y poeta.

tormenta dijo...

<3

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