22 de marzo de 2013

Ponferrada en el silencio



Odio el silencio. Hablo mucho del silencio para romperlo. Odio profundamente el silencio y, aunque vivo a miles de kilómetros de distancia, me duele como si estuviera ahí el silencio de muchos de mis amigos y conocidos de Ponferrada. De mi ciudad.

He leído últimamente algunas cosas muy interesantes sobre el "caso Ponferrada" (se quedará ese nombre para toda la vida, como una marca). Desde el blog de la periodista Elena Lozano hasta este análisis (muy acertado) de la realidad de la capital berciana, que apareció en El País la semana pasada.

A algunos, como al director del Teatro Bergidum de Ponferrada, Miguel A. Varela, la situación le lleva a una conclusión parecida a la que sostuve yo hace algún tiempo en este blog. Leed su artículo "Yo soy de Albacete".

Como digo, el silencio. Que todos sigan con su vida, sí, pero que estemos (estén) gobernados por unos dirigentes municipales que no tengan la capacidad de apoyarse ya en ningún ideal. No por lo que han hecho, que también, sino porque ya no forman parte de ningún partido político. ¿A quién representan ahora? ¿A sí mismos?

Este tema es tabú. Muy poca gente en Ponferrada se atreve a sacarlo, incluso cuando se habla con alguien de confianza, porque es un asunto delicadísimo y sacarlo es entrar en combate.

Mi madre, Olga Gallardo, en un ataque de rabia, escribió una carta a la Cadena SER, al email que tiene el programa Hoy por hoy para que los oyentes dejen sus opiniones y reflexiones. Ella ha roto un silencio que conozco bien. De verdad lo ha roto, porque nunca ha hablado tan claro de sus ideas políticas ni de sus principios morales, ni siquiera con su familia más cercana. Hemos esperado un tiempo prudencial, pero como no ha obtenido respuesta y creo que tanto objetiva como subjetivamente su testimonio tiene mucho interés, la reproduzco aquí con su permiso.

Ciudadana ponferradina sobre el "caso Ponferrada"
Buenos días. 
Soy ponferradina. Desde que supe sobre la moción de censura y, sobre todo, desde el día 8 de marzo que finalmente se produjo, no he dejado de pensar en todo el asunto como si se tratara casi de un problema personal. No he podido quitármelo de la cabeza. Siento vergüenza
La primera vez que sentí vergüenza fue cuando el alcalde de mi ciudad fue acusado de acoso y posteriormente condenado. Mi espanto se acrecienta cuando en 2011 se presenta a las municipales y más aún (esta vez acompañado de otros sentimientos todavía peores) cuando casi 6.000 votantes (personas) le dan su apoyo y confianza. Ahora mismo me siento, como no puede ser de otra manera y como socialista que me considero, estupefacta ante el hecho de que todos esos llamados "socialistas" se hayan aliado con este individuo. Empezando por Rubalcaba. Nadie se cree que no se hubiera enterado (lo hizo mi hija desde Alemania) y, claro, el hecho de que no hacer nada hasta que el problema "le reventó en la cara". Después, pasando por Óscar López y terminando por Samuel Folgueral.  
Algunas personas argumentan que Ismael Álvarez, el alcalde acosador, ya ha pagado su falta o que eso es agua pasada. Muchos piden que se deje "ya" de hablar del caso. Me gustaría pedirle a toda esa gente que lo votó, que lo tienen en cuenta, que se apoyan en él o simplemente que son capaces de mirarle a la cara, que se imaginen por un momento que lo que le pasó a Nevenka Fernández le hubiera pasado a su madre, su hermana, su hija. Pregúntenle a Nevenka o a su familia si es cosa del pasado. A Nevenka, que ni siquiera pudo seguir con su vida en Ponferrada, pregúntenle si es agua pasada.
A los dirigentes del PP les pediría un poco de coherencia: que no se rasguen tanto las vestiduras ahora. Me pregunto dónde estaban ellos cuando esa chica era acosada, cuando a Ismael Álvarez lo acusaron y condenaron. Desde Carlos López Riesco a Ana Botella. Sí, ya me acuerdo: apoyando al acosador de comportamiento "impecable". Ellos ahora mismo me dan igual. Pero los socialistas, ¡qué mal lo están haciendo! Han tenido una ocasión de oro para desbancar a la derecha en un momento en el que la mayoría de los ciudadanos están descontentos con lo mal (malísimamente) que nos están representando, y resulta que lo hacen igual de mal o peor desde la oposición en Ponferrada y en Ferraz. Porque los principios socialistas no deberían traicionarse así como así. Si lo hacen, que por favor paguen por ello. Como socialista estoy indignada y apenada. Ahora, ¿en quién vamos a creer, a quién le damos nuestra confianza para que nos gobierne? Solo tengo una palabra: vergonzoso.  
Un cordial saludo, 
Olga Gallardo 

3 comentarios:

José Luis Piquero dijo...

Amo a tu madre. Un beso.

sociedaddediletantes.blogspot.com.es dijo...

Muy bien dicho, Sara. Totalmente de acuerdo en que hay que romper el silencio -silencio hipócrita en este caso-. Saludos

Unknown dijo...

Quédate en Alemania, Sara. Y desde la lejanía, acuérdate de nostros. Gracias y besos

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