Pasamos a llenar listas y pasamos por manos que al final olvidan nuestro tacto.
Quizás las manos ya lo saben.
Comparto con vosotros este poema de Mercedes Cebrián, que me acompañó anoche antes de dormir.
3
Moderar los yacimientos
ahora que nos quedaron las manos
completamente libres, escribir
en minúscula, gesticular lo mínimo
y cerrar una etapa: saber
que la cerramos porque el nombre de etapa
se lo dimos nosotros.
Gestionar las esclusas, repatriar
el afecto desmesurado, entregárselo de ahora
en adelante a nuestros animales
domésticos. Los gusanos acabarán siendo
expertos en nuestra anatomía, a ellos
debemos
consultarles. No obstante, aún nos quedan
texturas por tocar: quizá la espuma, quizá
algo que no raspe. Las manos ya
lo saben.
No hemos de detenernos, acampar
en las conversaciones es un error
que un día pagaremos con un picnic
en medio del desierto. Ahora celebramos el final
de lo numeroso. De eso se trataba: de añicos,
de botellas vacías tras la fiesta, de reciclar
el vidrio. Es la supremacía de los números
primos, es una cremallera que ni sube
ni baja, son garbanzos en remojo
sin ninguna finalidad
concreta. ¿Hay menos burbujas ahora
que antes o a mí
me lo parece? Ya no puedo firmar
donde me digan,
ni diseñar proyectos, ni siquiera
engrosar una
lista.
Mercedes Cebrián
Mercado común
1 comentario:
Mejor no firmar en el sitio adecuado, ni engrosar listas. Las listas son atroces...
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