25 de octubre de 2012

población flotante

Pasamos a llenar listas y pasamos por manos que al final olvidan nuestro tacto.
Quizás las manos ya lo saben. 

Comparto con vosotros este poema de Mercedes Cebrián, que me acompañó anoche antes de dormir.


Moderar los yacimientos 
ahora que nos quedaron las manos 
completamente libres, escribir 
en minúscula, gesticular lo mínimo
y cerrar una etapa: saber 
que la cerramos porque el nombre de etapa
se lo dimos nosotros. 
Gestionar las esclusas, repatriar 
el afecto desmesurado, entregárselo de ahora
en adelante a nuestros animales 
domésticos. Los gusanos acabarán siendo
expertos en nuestra anatomía, a ellos debemos
consultarles. No obstante, aún nos quedan
texturas por tocar: quizá la espuma, quizá 
algo que no raspe. Las manos ya
lo saben. 



No hemos de detenernos, acampar

en las conversaciones es un error 
que un día pagaremos con un picnic 
en medio del desierto. Ahora celebramos el final 
de lo numeroso. De eso se trataba: de añicos, 
de botellas vacías tras la fiesta, de reciclar
el vidrio. Es la supremacía de los números
primos, es una cremallera que ni sube 
ni baja, son garbanzos en remojo 
sin ninguna finalidad concreta. ¿Hay menos burbujas ahora 
que antes o a mí 
me lo parece? Ya no puedo firmar
donde me digan, 
ni diseñar proyectos, ni siquiera
engrosar una 
lista.

Mercedes Cebrián
Mercado común


1 comentario:

Darío dijo...

Mejor no firmar en el sitio adecuado, ni engrosar listas. Las listas son atroces...

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