16 de agosto de 2014

La cuerda rota, el hilo rojo

Me gusta la voz femenina de José Ignacio Montoto. Me gusta su voz masculina. Me gustaría quedarme mucho tiempo en el pecho de este libro-oración. Me gusta que los poemas se me enquisten en la carne, que se me abran heridas y que todas las palabras parezcan invocar otras palabras.



Aquí, algunos fragmentos de La cuerda rota (Premio de poesía Andalucía Joven, Renacimiento, 2014). Pondría muchos más, pero no quiero des-haceros el libro. Sigue mutándonos así, Nacho. 


Rota nuestra bóveda, mi cuerpo languidece. Apenas habitan en mí un par de cicatrices abiertas de las que brotan pequeñas luciérnagas con cara de niño.

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Una vieja historia, una infancia corta, una familia de humo: elementos necesarios para alimentar el sueño de una niña pobre. No más, no más. 

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Todas llevamos una noria dentro de nuestro pecho, gira y gira hasta enloquecernos, nos marea, nos monitoriza, nos expande y duerme.

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Desdichados los vegetales por no sentir la quemazón de mis pezones. Desdichada la piedra por no sentir la chispa que provoca al chocar con otra piedra.

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Ashbery lo intentó en su momento, pero el alma de las rosas no entiende de hermenéutica, sino de espinas. Así es la historia de las mujeres denostadas por la historia. No hay artificios al respecto. (...)
A los románticos los acusan de barrocos por incidir en la herida.

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Yo apenas conozco a mis iguales, apenas he vivido
encerrada en la crisálida de amor que los amantes tejen,
con sus caricias, a escondidas por temor a la luz de la mañana.

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Recuerda de tus amantes su extraña simetría:
corazón, sangre y espina.





2 comentarios:

Mario dijo...

Gracias por las reseñas. Acabo de apuntarme el libro y apuntar a ese labio sanguino.

Feliz hoy.

Mario

Xuvia dijo...

¿Y si quiero que Epidermia venga a mi y pincho la imagen y. . . Not Found?

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