10 de noviembre de 2012

Con eso de que sobran las palabras

oh vida
oh lenguaje
oh Isidoro

A. Pizarnik


He leído la boca tan frágil de Sandra.
También he leído la lengua errante de Sara
y la raíz oral y arbórea de Izaskun.
                      Las tres con su voz
                       cuidadosa
errática
arbórea 
sutil
vivir / es un verbo tan frágil
he leído la palabra y no la palabra,
sino el léxico común
sino a Pizarnik y a todas las lenguas heridas

todas las palabras del dolor
y la palabra es un verbo
también
tan sumamente leve.

Ellas hablan de algo, yo debería entender. Ellas usan palabras y construcciones que soy capaz de interpretar. En cambio (oh lenguaje oh Isidoro!)
es tan grosero entrar en una articulación que no es la propia: leer lo que no es nuestro: como si el lenguaje no fuera un fin comun-icativo, sino de parada, trinchera, castillo fortificado. como si el lenguaje pretendiera ser solo nosotros. Escribir es, según sus voces, participar en una conversación ya antigua con unas palabras, un orden, una acumulación, que nadie, salvo cada uno de nosotros, cada una de nosotras, repetirá
en el vacío.

Hablarle al vacío
a un lugar
hablarle siempre a un lugar
porque las personas se alejan y se mueren
y se convierten en raíz
evidente, no metafórica.

y las palabras no son la vida
son (si quieres decirlo así) otra vida

sobran

solo son un amparo 
ante la noche de la vida, donde, no sé por qué,
siempre llueve
y estamos solos



1 comentario:

Darío dijo...

Al fin son eso, un cálido cobijo si sabemos apreciarlas...

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