26 de mayo de 2011

No retorno

Martes, 28

Respiración como asfixia. Esperanzas como cuchillos. Carencia. Mi vida se llama carencia. Necesaria o no, yo soy. Pero soy una carencia. Tú quisieras reírte del mundo, de un mundo como un equilibrista ebrio que te saluda desde muy arriba. Lo quisieras, tal vez. Pero no puedes negar lo esencial, es decir, que ya has renunciado, que no sólo has perdido, sino que jamás pudiste intentar la victoria porque de antemano te expulsaron del juego. Y ahora que lo sabes ya, puedes enloquecer o morir. Pero también puedes escribir poemas, no porque creas que con ellos te salvarás, sino por salvarlos a ellos, los prisioneros del aire, de tu aire. O aunque sólo fuera para que no digan que viajaste gratis por la vida. ¿Su tributo, mademoiselle Alejandra? Un poema, monsieur, un poema bello como la sonrisa del sol, de ese sol que no brilla para mí. Y eso es todo. También me queda el derecho a la blasfemia y al vicio. Protestar y amenazar. Pero ¡qué diablos! ¿Qué importancia pueden tener mis derechos? ¿Los he pedido? No, yo no quiero derechos. Quiero un poco de paz.


Viernes, 14.

Qué fácil callar, ser serena y objetiva con los seres que no me interesan verdaderamente, a cuyo amor o amistad no aspiro. Soy entonces calma, cautelosa, perfecta dueña de mí misma. Pero con los poquísimos seres que me interesan... Alló está la cuestión absurda: soy una convulsión, un grito, una sangre aullando. De allí proviene mi imposibilidad absoluta para sustentar mi amistad con alguien mediante una comunicación profunda y armoniosa. Tanto me doy, me fatigo, me arrastro y me desgasto que no veo que instante de "liberarme" de esa prisión tan querida. Y si no llega mi propio cansancio, llega el del otro, hastiado ya de tanta exaltación y presunta genialidad, y se va en busca de alguien que sea como yo con la gente que no me interesa.
Alejandra Pizarnik,
Diarios.
Mis golpes desafortunados. Diario. Pizarnik.




Pizarnik me recuerda a mí. Y, sobre todo, me recuerda a un yo que ya fui y que pensé superado. Y a mí borracha. Y a mí luchando por hacerme oír. Nada se supera si se vuelve al inicio y es el mismo punto de no retorno. Teléfono apagado o fuera de cobertura. Nadie responde. A partir de mañana, aunque siga trágica y depresiva y nadie quiera acercarse a mí, intentaré sonreír. A partir de mañana, tacharé en el calendario con un rotulador rojo los días que no llore por ti. Y mañana será el primero.

1 comentario:

Gjorge dijo...

*

y Sara me recuerda a mí.

luz
verde,
G

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