Amante de inacabables decepciones con tu colección de viejas postales, ¡ya voy! ¡ya voy! Quieres enseñarme una estación de tren con el reloj parado a las cinco y cinco. Por las ventanas del jefe de la estación no podemos ver dentro porque están tiznadas. Ni siquiera sabemos si hay un tren esperando en el andén, mucho menos si una mujer de negro cruza con prisas la puerta principal. No se ve a nadie más, luego debe de ser una estación tranquila. Algún pueblecito tan borrado por el tiempo que sólo le ha quedado una viuda velada, y ahora ella también se va con su secreto.
Charles Simic,
El mundo no se acaba y otros poemas
Hay mujeres enteras y hombres.
Mujeres partidas como juncos
que siguen levantándose al amanecer.
Palmeras que se doblan, como Javat.
Hay habitaciones ajenas que se abren.
Y habitaciones propias que se evitan como extraños.
Hay versiones de canciones y de vidas.
A ver qué me dice después.
A ver qué me cuenta
cuando sepa que el mundo no se acaba.
7 comentarios:
Joder, qué bien transmites...
Graciñas, eso es lo más bonito de escuchar en toda esta historia. Un saludo.
Como dibujas con tus letras..
Es un placer haber encontrado tus letras..
Un abrazo
Con mis saludos fraternos de siempre.
Lo siento pero no he entendido nada, falta de cultura supongo.
Y habitaciones con paredes amarillas y un armario que ocupa toda la pared, y un tejado alto, y un cartel de una mujer que fuma, y un puente, y un avión de lata que no vuela. Y un faro que no alumbra, porque es de madera. Y una cama y un colchón, como dice la letra de otra canción. Que duermas bien...
Eres un buen nexo entre las letras y su orden rítmico y nosotros...
Felicidades.
Mario
Gracias por vuestras palabras.
Sara
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