10 de marzo de 2011

No te preocupes, mujer


No, no te preocupes, mujer, ven. No te preocupes por ella, de verdad. Que se joda. Si no puede dormir... ¿Cómo que si no puede dormir? Hace tiempo que dejé de ser su padre, cariño. Su sacerdote. Su redentor. Su calor. [...]

Que no. Que vengas. Que no pasa nada.

Escucha: vienes, vemos una peli, nos damos un poco de cariño y luego dormimos. Para eso están los pactos. Para hacer daño. Para no cumplirlos. Para hacer que los demás sufran. Ven, anda. Que no te haré sufrir. Te lo estoy pidiendo por favor. Ven ahora que ya no tengo que descargar mi culpa con nadie. Con Ella. Evidentemente con ella. Ahora puedo descargar contigo. Con los mejores días de mi vida.

[...] Que no, de verdad... [...] Sí, ya sé que está despierta. Pero ¿desde cuándo que ella no duerma es un impedimento... para que follemos? 

Desde que acabemos, cariño, la culpa me dejará dormir. Por fin.

1 comentario:

Carlos Fidalgo dijo...

La culpa. La puerta.
La culpa está tocando a la puerta.
No le abras...

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