3 de octubre de 2010

Tristeza, resplandor y ansia

Cómo me gustaría estar en tu casa, en bragas y con una camiseta de tu talla, descalza sobre la alfombra leyendo este artículo que explica cómo la persona más deseada del mundo era la más triste. Beberíamos café y te leería cómo se hacía daño a sí misma por ser demasiado inteligente y sensible. Y te explicaría con mis palabras que para ella la alegría era sólo la capa que recubría la tristeza, no una tristeza caprichosa, una tristeza que pertenecía a la niña infeliz que siempre fue. Mirarías sus fotos. Es cierto. Ella no se conocía a sí misma. Luego me acariciarías el pelo. Luego me abrazarías.

 








Vida -
soy de tus dos direcciones
de algún modo permaneciendo colgada hacia abajo
casi siempre
pero fuerte como una telaraña al
viento -
existo más con la escarcha fría resplandeciente.
Pero mis rayos con abalorios son del color
que he visto en un cuadro -ah, vida
te han engañado.

Norma Jean

2 comentarios:

la chica de las biscotelas dijo...

hambre voraz de madre, casi siempre, y que bonito lo de caricia y el abrazo

tormenta dijo...

Gracias.

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