Cómo me gustaría estar en tu casa, en bragas y con una camiseta de tu talla, descalza sobre la alfombra leyendo este artículo que explica cómo la persona más deseada del mundo era la más triste. Beberíamos café y te leería cómo se hacía daño a sí misma por ser demasiado inteligente y sensible. Y te explicaría con mis palabras que para ella la alegría era sólo la capa que recubría la tristeza, no una tristeza caprichosa, una tristeza que pertenecía a la niña infeliz que siempre fue. Mirarías sus fotos. Es cierto. Ella no se conocía a sí misma. Luego me acariciarías el pelo. Luego me abrazarías.
Vida - soy de tus dos direcciones de algún modo permaneciendo colgada hacia abajo casi siempre pero fuerte como una telaraña al viento - existo más con la escarcha fría resplandeciente. Pero mis rayos con abalorios son del color que he visto en un cuadro -ah, vida te han engañado.
2 comentarios:
hambre voraz de madre, casi siempre, y que bonito lo de caricia y el abrazo
Gracias.
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