26 de enero de 2009

Saber lo que visteis...

En el principio fue la prensa, que tenía como principal característica la periodicidad. Una vez al día, el lector de periódicos adquiría un ejemplar y se enteraba de lo que pasaba en el mundo. Al menos, lo que pasaba en su mundo. También tenía la capacidad de elegir qué noticias leer y cuáles no.

Después fue la radio, que eliminaba esa periodicidad. Las emisoras eran capaces de transmitir información en cualquier momento durante las 24 horas del día. Es evidente que la radio y todas sus diferentes emisoras no iban a estar emitiendo noticias e información sin cesar, fue por ello que se transformó en una evasión idónea en los tiempos de guerra en los que se hizo popular: ahí podíamos encontrar radionovelas, concursos, programas musicales...

Cuando se inventó la televisión, el planteamiento de información más entretenimiento de la radio se trasladó por completo. Era un medio dos en uno. El noticiero, parte o informativo se convertía así en la columna vertebral del canal de televisión, del que colgaba el resto de programación. Se crearon programas de actualidad y reportajes, concursos, documentales, etcétera.

Gracias a que en España la televisión se está empezando a modernizar y a norteamericanizar, lo que no significa que sea menos decadente, se han creado, hace pocos años, varios canales que si bien cuentan con informativos, estos ya no son su sostén y su carta de presentación. Simultáneamente, la novedosa TDT ofrece al público una variedad de canales que poco o nada tienen que ver con información generalista.

La Sexta ha hecho de los informativos un espectáculo más cercano al amarillismo y, por decirlo de algún modo, a programas como Salsa Rosa. Mientras que Cuatro ha consolidado un periodismo subjetivo y partidista llamado "de autor", cuyo representante es Iñaki Gabilondo, y que se creó, tal vez, como antónimo del popular informativo de Telemadrid conducido por Sánchez Dragó.

Y ya desde antes de la creación de estos dos canales, pero sobre todo desde su inserción, de gran acogida, se ha empezado a explotar un tipo de programa tan seudoperiodístico como vulgar. Me refiero a los programas que no se definen a sí mismos como "de sociedad", sino que hacen humor precisamente criticando a ese tipo de programas. Se caracterizan por querer hacer y hablar de todo. El presentador o conductor utiliza un tono habitualmente jocoso (Noche Hache, presentado por Eva Hache, Estas no son las noticias, conducido por un colaborador del late show de Hache, Quequé; Sé lo que hicisteis...; Buenafuente, etcétera) para repasar satíricamente la actualidad. No obstante, lleva a entrevistados, que normalmente presentan su nuevo disco, libro... y van a presentaciones, ruedas de prensa y todo tipo de convocatorias de medios para dar la nota. No se limitan a hacer un programa por ellos mismos, sino que lo hacen a costa de la impopularidad o errores de otros, así como de un tono pretendidamente profesional cuando tocan algún género periodístico como la entrevista, en el que ponen de manifiesto la diferencia con el resto del programa. Son de entretenimiento pero se las dan de analistas de la actualidad y de dar otro punto de vista a lo que sucede y, de paso, reírse de todo quisqui.

Criticar la actuación de políticos o de cualquier personaje de la actualidad es sumamente beneficioso para la sociedad, sin embargo, esto lo hace francamente bien la revista El Jueves y, ya que hablamos de televisión, el programa CQC (Caiga Quien Caiga), que sí elabora su propio contenido, aunque sus reporteros aborden a políticos y famosos y den esas lecciones de ciudadanía en su sección Proteste ya. Lo hacen con un guion establecido y sin hacer de la realidad mediática seria un circo equivalente a Gran Hermano. Hacen un formato de entrevista muy original, en el que no intentar ejercer de periodistas si no lo son, y también introducen denuncia social.

Todos nos hemos reído mil veces con Sé lo que hicisteis... (y me refiero a este por ser el más popular de los nombrados) y me parece que su función es la de entretener y la de divertir. Pero llamemos a las cosas por su nombre. Eso no es periodismo ni tampoco un programa que destaque por su ética. Es un programa de humor que despotrica contra quien le apetece y que intenta hacer de contrapeso a los programas del corazón, cuando no se da cuenta de que está bastante más cerca de ellos de lo que cree.

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